¿Bien, de veras?



Ayer vi la laureada Los chicos están bien (The Kids are All Right, Lisa Cholodenko, 2010). Esta película, protagonizada por una familia nuclear conformada por dos madres y un hijo y una hija adolescentes, fue candidata a cuatro premios Oscar y obtuvo dos Globos de Oro (mejor película y mejor actriz para Annette Bening). En Rotten Tomatoes la valoran con un 95% de positivos y ¡hasta Carlos Boyero le hizo una buena crítica en El País!

Independientemente de las cualidades cinematográficas de la cinta (han sido muchos años de planos secuencia)... yo vengo a hablar de lesbianas, como quien dice. Además, las críticas de Rotten Tomatoes o de El País tampoco hablan de cine, sino de valores y de modelos familares ejemplares.

Empecé a ver la película con reticencia, advertida por algunas críticas. El mismo Carlos Boyero, sin saberlo, nos da la clave: "Se lo pone crudo a las mentalidades conservadoras para que consideren anormal y condenable el ejemplar modelo de convivencia familiar que han logrado estas lesbianas". Mal vamos si el modelo familiar de Los chicos están bien es normal/sigue la norma de las mentalidades más conservadores.

Lo de menos es (SPOILER) que los chavales sientan la necesidad de conocer al donante o que una de las madres se lo monte con éste despechada por la falta de atención que le presta su mujer. Al fin y al cabo, la mujer estaba bastante insoportable y el maromo se hacía interesante. Al fin y al cabo, lo de menos es que sean tíos o tías. No le puedes pedir al filme que sea representativo y totalmente positivo acerca de la realidad familiar homoparental, pero sí le puedes pedir a las críticas (sobre todo las que analizan la mirada LGTB) que no destaquen la perfección del modelo reproducido. En la película, efectivamente, se da un modelo familiar homosexual idealmente heteronormativo. Bienvenida, Ms. Normalidad.

Un tema que destacar, ya criticado en un post de "Abajo, frente a mi ventana" (blog tristemente cerrado), es cómo representa el sexo entre mujeres y el sexo hetero. Frente al aburrimiento, la rutina y la falta de alternativas del sexo entre mujeres, los hombres tienen un enorme instrumento (véase la cara de sorpresa y felicidad de Julianne Moore cuando se lo descubre) que ofrece placer sin límites, diversión y variedad. Cualquiera se cambia de acera tras ver esta película...

Lo peor no es esto, sino la cantidad de personas que, desde el colectivo LGTB+, están recomendando y alabando el metraje, como símbolo de la normalidad lésbica.

No quiero que nadie me meta en esa normalidad. Repito, normal es un programa de mi lavadora. Y bastante aburrido, por cierto.

Edito: una conversación con @PatriciaMarmu en Twitter me ha hecho reflexionar. Cuando critico la normalidad que intenta transmitir la película y que tanto alaba la crítica (sobre todo la LGTB), critico que se refuerce la norma en vez de ampliarse. Se sobreentiende que deseamos nuevos, más numerosos y más variados modelos de familia. Entonces el fin no es destacar: "fíjate que normales estas lesbianas, si son iguales que nosotrxs". ¿Por qué? Porque entonces no estamos abriendo el campo de lo que es normal, de lo que es y no debe ser respetado, sino que estamos metiendo con calzador a la familia lésbica en la heteronorma preestablecida. Y eso me da miedo. Porque si los chicos están bien cuando la familia es monógama, pareja, con hijxs, de clase media, media-alta, buenxs estudiantes y buenxs atletas... quiere decir que si no funcionan esos parámetros, los chicos no van a estar bien. Y entonces dejaremos de ser normales. Y dejaremos de ser respetadxs y bien recibidxs. Porque ya no nos pareceremos tanto a ellxs y a lo que ellxs esperan de una familia.

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