Orientalismo gay

En 2008, la pequeña editorial Raw Nerve Books lanzó la obra Out of Place: Silencing Voices on Queerness/Raciality, editada por Adi Kuntsman y por Esperanza Miyake. El volumen, una colección de ensayos, fue bien recibido y, en poco menos de un año, se agotó la primera tirada. Sin embargo, Raw Nerve, autodesignada feminista e independiente, no quiso reeditar la obra, dada la polémica suscitada por su contenido. ¿Qué polémica?

La obra citada trataba de denunciar la invisibilidad a la que había sido sometida la variable racial en los estudios queer. El ensayo que más controversia levantó fue el firmado por Jin Haritaworn, Tamsila Tauqir y Esra Erdem: “Gay Imperialism: Gender and Sexuality Discourse in the ‘War on Terror’” (pdf) . El capítulo analiza la manera en la que la conceptualización del sexismo y la homofobia han contribuido a generar una autoconcepción determinada de las democracias occidentales y, al mismo tiempo, un discurso racista e islamófobo de liberación de sociedades musulmanas.

La reciente visibilidad de musulmanes queer en diferentes medios de comunicación debe ser observada con cautela: «el interés en gays y lesbianas musulmanes ha emergido en un contexto de violencia islamófoba. Esto suscita que nos cuestionemos qué historias circulan y cómo responden o refuerzan el racismo. También es cuestionable qué interés pueden tener otros actores en estas nuevas políticas de la representación de queer de color, principalmente los gays, lesbianas, feministas y queer blancos» (71).

Así, concluyen que la difusión de una visión monolítica del islam como discurso que oprime a las mujeres y que fomenta la violencia contra los y las homosexuales ha contribuido a la legitimación de las guerras en Iraq y Afganistán, así como la conocida como guerra contra el terror, en todas sus manifestaciones.

El ensayo analiza el discurso de, entre otros, el activista por los derechos humanos y LGTB Peter Tatchell y del grupo de acción directa OutRage! cofundado por él en 1990. El propio Tatchell criticó duramente la obra y exigió una disculpa pública. De hecho, la editorial, además de no reeditar la obra, accedió a emitir un comunicado que, presente en la página Web desde agosto de 2009, se retracta y disculpa por «inciertas alegaciones publicadas en el libro». La corrección se centra en asegurar que Tatchell nunca ha hecho declaraciones racistas o islamófobas de forma directa. Sin embargo, como apuntan los autores del ensayo, no se trata, generalmente, de declaraciones directas de lo que ellos hablan.

En la misma colección figura otro ensayo: “Homonationalism and Biopolitics”, de Jasbir Puar, que resume la obra que ésta publica en 2007: Terrorist Assemblages: Homonatioalism in Queer Times. En ella, Puar argumenta cómo las configuraciones de sexualidad, raza, género, clase y etnia se están realineando con las fuerzas contemporáneas de seguridad, lucha contra el terrorismo y nacionalismo. Su análisis parte de la mayor inclusión de cuerpos no heteronormativos en el estado-nación a través de políticas liberales de reconocimiento legal y representación en medios de comunicación de masas, pasando de ser objetos de muerte (VIH) a sujetos de producción de vida (matrimonio).

Sin embargo, Puar considera que esto sólo funciona si, al mismo tiempo, se produce de forma efectiva una población de terroristas orientalizados. La ideología heteronormativa del Estado estadounidense se ve acompañado, ahora, de una ideología homonormativa que combina la organización de movimientos queer transnacionales con una creciente islamofobia.

Estos ensayos, así como la situación que denuncian y la polémica que suscitan, son claramente representativos de las diferentes posturas que giran en torno a lo que he podemos llamar el orientalismo gay.

Por un lado, parte de la literatura académica, con raíces claras en la teoría poscolonial y en estudios queer racializados, critican lo que se ha denominado imperialismo gay u homonacionalismo. Esto es, categorías identitarias como homosexual, heterosexual, bisexual… fueron fabricadas, inventadas, en Europa durante el siglo XIX. Desde entonces, dicha compartimentación de la sexualidad ha tratado de trasladarse a todo tipo de contextos socioculturales, ignorando las particularidades que caracterizan a la subjetividad según ha sido producida en diferentes ambientes. Así, ha tratado de imponerse un determinado activismo por los derechos de las sexualidades no normativas en lugar de permitir que cada comunidad construya sus propios discursos emancipatorios.

Por otro lado, otra corriente de la teoría gay y lesbiana considera que estos argumentos tienden a un relativismo cultural que justifica la discriminación, que es real e inmediata, y que es necesario combatir. En el caso de que no avancen los movimientos activistas en dichos países o culturas, se les debe ayudar y liderar desde fuera.

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